Señalan a Apple por transferir miles de mdd a paraíso fiscal

proceso.com.mx

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Era mayo de 2013, y el jefe ejecutivo de Apple Inc., Tim Cook, estaba enojado.

Se sentó ante el Subcomité Permanente de Investigaciones del Senado de Estados Unidos, que había realizado un estudio sobre cómo Apple había evadido decenas de miles de millones de dólares en impuestos, transfiriendo los beneficios hacia subsidiarias irlandesas que el presidente del subcomité denominó “empresas fantasmas”.

Ellos pensaban que estaban solos, pero el diputado no sabía que una cámara secreta estaba filmando todo
The Travel Lane
“Nosotros pagamos todos los impuestos que debemos, cada dólar”, declaró Cook. “No dependemos de trucos fiscales… No escondemos dinero en ninguna isla caribeña”.

Cinco meses después, Irlanda cedió a la presión internacional y anunció medidas enérgicas contra las empresas irlandesas que, como las filiales de Apple, afirmaban que casi la totalidad de sus ingresos no estaban sujetos a impuestos en Irlanda ni en ninguna otra parte del mundo.

A pesar del rechazo público hacia los paraísos isleños que expresó el fabricante del iPhone, Apple recurrió a ellos cuando buscó un nuevo refugio contra los impuestos, revelan documentos recién filtrados.

Los abogados del despacho Baker Mckenzie –uno de los bufetes más importantes del mundo–, que asesoraban a Apple, sondearon uno de los principales jugadores en el sector offshore: era otro bufete de abogados llamado Appleby, especializado en la creación y administración de empresas en paraísos fiscales.

En un cuestionario que Baker Mckenzie envió a Appleby en marzo de 2014 figuraban 14 preguntas, dirigidas a distintas oficinas del despacho en las Islas Caimán, las Islas Vírgenes Británicas, Bermuda, la Isla de Man, Guernsey y Jersey.

Una de ellas decía: “Confirme que una empresa irlandesa pueda realizar actividades de administración… sin estar sujeta a tributación en el ámbito de su jurisdicción”.

Apple también pidió garantías de que el clima político local seguiría siendo favorable: “¿Hay algún acontecimiento que sugiere que la ley puede cambiar de forma desfavorable en el futuro previsible?”.

Al final, Apple se asentó en Jersey, una pequeña isla situada en el Canal de la Mancha que, como muchos de los paraísos caribeños, no cobra ningún impuesto sobre las ganancias corporativas para la mayoría de las empresas. Jersey iba a desempeñar un papel significativo en la recién configurada estructura fiscal irlandesa de Apple: Bajo esta configuración, el fabricante de la Macbook pudo seguir disfrutando de tasas ultra bajas de impuestos sobre la mayoría de sus ganancias y mantener fuera de Estados Unidos gran parte de sus ingresos. Constituyó una montaña de 252 mil millones de dólares de dinero offshore. Mientras tanto, la ofensiva del gobierno irlandés contra las empresas fantasma surtió poco efecto.

La verdadera historia de la cacería de islas de Apple se encuentra en una nueva filtración de registros corporativos secretos, los cuales revelan cómo Apple, Nike, Uber y otras corporaciones multinacionales juegan al juego de los impuestos offshore, y cómo los principales bufetes las ayudan a explotar las diferencias entre los distintos códigos tributarios del mundo.

Los documentos proceden de los archivos internos del despacho Appleby Global y del proveedor de servicios corporativos Estera, dos empresas que funcionaban conjuntamente bajo el nombre de Appleby hasta que Estera se independizó en 2016. Los archivos muestran cómo Appleby y, posteriormente Estera, desempeñaron un papel menor en la creación de muchas estructuras fiscales transfronterizas. El diario alemán Süddeutsche Zeitung obtuvo los registros y los compartió con el Consorcio Internacional de Periodistas Investigativos (ICIJ por sus siglas en inglés) y sus medios asociados, incluyendo el New York Times y Univision en Estados Unidos, la australiana ABC, la BBC en el Reino Unido, Le Monde en Francia y CBC en Canadá.

Estas revelaciones se producen en medio de un debate entre la Casa Blanca y el Congreso de Estados Unidos respecto a una posible reducción de la tasa de impuestos federales sobre ingresos corporativos. La propuesta del presidente Donald Trump consiste en disminuir su techo actual del 35% al 20% o menos, pues insistió en que las empresas estadunidenses reciben un trato perjudicial con las actuales disposiciones fiscales.

Los documentos demuestran que, en realidad, muchas de las grandes multinacionales estadunidenses pagan tasas de impuestos muy bajas, gracias en parte a la complejidad de las estructuras empresariales que han establecido con la ayuda de una red mundial de asesores fiscales de élite.

En este sentido, Apple, está en la vanguardia. A pesar de que casi todos los diseños y desarrollos de sus productos se llevan a cabo en Estados Unidos, el fabricante de iPhone ha reportado durante años que aproximadamente dos tercios de sus ganancias mundiales se obtuvieron en países con baja recaudación de impuestos.

Los documentos filtrados ayudan a entender cómo Apple llevó a cabo una silenciosa reestructuración de sus compañías irlandesas a fines de 2014, con la que siguió pagando impuestos a tasas bajas sobre la mayoría de sus ganancias globales.

Las multinacionales que transfieren activos intangibles a paraísos fiscales y adoptan otras agresivas estrategias de evasión cuestan cerca de 240 mil millones de dólares al año a los gobiernos de todo el mundo, según un cálculo conservador hecho en 2015 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Creatividad Empresarial

Los nuevos documentos revisados por ICIJ y otros medios asociados muestra cómo funcionan esas estrategias, y exhiben los métodos creativos que las empresas de consultoría inventan en respuesta a los intentos de regulación.

“Las empresas multinacionales estadunidenses son las grandes maestras a nivel mundial respecto a los esquemas de evasión fiscal que agotan no sólo la recaudación de impuestos de Estados Unidos, sino la recaudación de impuestos de la mayoría de las grandes economías del mundo”, dijo Edward Kleinbard, un exabogado corporativo que ahora es profesor de derecho tributario en la Universidad del Sur de California.

La administración Trump y el Congreso de Estados Unidos están contemplando la posibilidad de conceder una exención tributaria, que permitiría a las grandes multinacionales regresar un estimado de 2.6 billones de dólares, que guardaron durante años en filiales offshore, con una tasa impositiva mucho más baja.

Kleinbard dijo que la perspectiva de una gran exención tributaria corporativa “simplemente invita a las empresas a acelerar su estrategia de evasión de impuestos aún más, en previsión de nuevas reducciones temporales de impuestos en los años que vienen. Y elimina la presión a favor de una reforma genuina”.

Un vocero de Apple declinó responder una lista de preguntas acerca de la estrategia fiscal offshore de la compañía. Sólo indicó que la empresa informó a los reguladores de Estados Unidos, Irlanda y la Comisión Europea sobre su reestructuración en el extranjero. “Los cambios que hicimos no redujeron nuestros pagos de impuestos en ningún país”, dijo el vocero.

Y añadió: “En Apple seguimos las leyes, y si el sistema cambia, vamos a cumplir. Apoyamos firmemente los esfuerzos de la comunidad mundial hacia una amplia reforma tributaria internacional y un sistema mucho más simple, y continuaremos abogando por eso”.

Al transferir tranquilamente marcas, patentes y otros activos intangibles a las compañías offshore, muchas otras empresas globales redujeron sus facturas de impuestos de manera dramática.

Los documentos filtrados muestran cómo los activos más valiosos de las corporaciones transnacionales –incluidos los derechos a la marca Swoosh de Nike, la aplicación de transporte privado de Uber y las patentes medicinales que cubren todo, desde el Botox hasta los implantes mamarios– están registrados en un bloque de oficinas de cinco pisos en Bermuda ocupado por Appleby y Estera.
La propiedad de la base de datos de usuarios de Facebook y de la plataforma tecnológica que utiliza la plataforma para la mayoría de los países fuera de Estados Unidos –las cuales suman un valor de miles de millones de dólares–, se maneja a través de empresas con direcciones modestas en Gran Caimán, utilizadas por Appleby y Estera. El rastro del dinero en Apple puede trazarse hasta un edificio utilizado por Appleby y Estera en Jersey, a unas 19 millas de las costas del norte de Francia.

Gobiernos del mundo entero impugnaron algunas de las estructuras fiscales que operan los clientes de Appleby y Estera, pero no siempre tienen éxito. Nike obtuvo un triunfo sobre el Servicio de Impuestos Internos de Estados Unidos hace un año; una disputa entre las autoridades tributarias estadounidenses y Facebook se sigue desarrollando en los tribunales; y las autoridades irlandesas reclaman a Apple 14 mil 500 millones de dólares de impuestos atrasados, después de que reguladores europeos dictaminaron que Irlanda había concedido una ayuda estatal ilegal al aprobar la estructura tributaria de Apple.

Los documentos filtrados ayudan a explicar cómo tres jurisdicciones pequeñas –Países Bajos, Irlanda y Bermuda– se han convertido en los destinos que eligieron grandes corporaciones para evitar los impuestos sobre sus ingresos en el extranjero. En conjunto, estos tres lugares representan menos de un tercio del 1% de la población mundial, pero representaron el 35% de todos los beneficios que las multinacionales estadunidenses reportaron haber ganado en el extranjero el año pasado, según el análisis de Gabriel Zucman, un economista de la Universidad de California en Berkeley.

El Santo Grial

Durante más de tres décadas, las multinacionales estadunidenses se volvieron más audaces y trasladaron vastas porciones de sus beneficios hacia paraísos fiscales. Lo hicieron en medio de la indiferencia general, hasta que la crisis financiera del año 2008 presionó las finanzas de los gobiernos del planeta, los cuales empezaron a mirar hacia las estrategias fiscales de las empresas. El tema nació en el otoño de 2012 y llegó a un punto crítico en un revoltijo de investigaciones gubernamentales, redadas de agentes fiscales, periodismo investigativo y promesas de reforma.

En mayo de 2013, cuando el Subcomité de Investigaciones del Senado de Estados Unidos publicó 142 páginas de documentos y análisis sobre la evasión de impuestos de Apple, todos mostraron interés. El subcomité descubrió que Apple atribuía miles de millones de dólares de ganancias cada año a tres subsidiarias irlandesas que no declaraban “residencia fiscal” en ninguna parte del mundo.

La ley irlandesa establece que la mayoría de las empresas constituidas en ese país está obligada a pagar impuestos sobre sus beneficios locales. Pero si los directores logran convencer a las autoridades tributarias de que una empresa está “administrada y controlada” en el extranjero, a menudo puede evitar todos –o casi todos– los impuestos irlandeses.

Esto es, justamente, lo que hicieron los directores de las tres empresas irlandesas de Apple –incluyendo, por muchos años, a Tim Cook– durante más de dos décadas. Y al dirigir estas filiales desde la sede del grupo en California, evitaron la residencia fiscal irlandesa.

Al mismo tiempo, los directores sabían que sus empresas irlandesas no calificarían para residencia fiscal en Estados Unidos porque la ley tributaria estadunidense funciona de forma diferente. Bajo las regulaciones estadunidenses, una empresa tiene residencia fiscal estadunidense sólo si está constituida allí.

“Apple buscó el Santo Grial de la evasión fiscal: compañías offshore que afirman que no son, para efectos fiscales, residentes en ningún lugar de ninguna nación”, dijo en la audiencia de 2013 el entonces senador Carl Levin (Demócrata de Michigan), presidente del subcomité senatorial.

Michael Noonan, entonces ministro de finanzas de Irlanda, defendió en un primer momento las políticas de su país. “No quiero ser el chivo expiatorio de algún malentendido en una audiencia en el Congreso de Estados Unidos”, declaró. Pero en octubre de 2013, en respuesta a la creciente presión internacional, anunció planes para exigir que las empresas incorporadas en Irlanda declaren residencia fiscal en algún lugar del mundo.

En ese momento, Apple ya había acumulado 111 miles de millones de dólares, en efectivo, en sus empresas fantasmas irlandesas, es decir, fuera del alcance de las autoridades fiscales estadunidenses. Cada año, la pila de dinero crecía más y más a medida que miles de millones de dólares en ganancias se vertían en estas filiales de bajos impuestos.

Y los funcionarios de la empresa querían mantener las cosas de esa manera.

Por ello, Apple buscó alternativas para sustituir los refugios fiscales que Irlanda pronto cerraría. Al mismo tiempo, sin embargo, el fabricante del iPhone deseaba mantener en secreto su interés en el mundo offshore.

Como Cameron Adderley, director global de la división corporativa de Appleby, explicó en un mensaje de correo electrónico a otros socios principales: “Para aquellos de ustedes que no lo saben, los [funcionarios]de Apple son extremadamente sensibles en cuanto a la publicidad. . . También esperan que el trabajo que se está realizando para ellos solo se discuta entre el personal autorizado a saberlo”.

Para Appleby, explicó Adderley, ésta era “una tremenda oportunidad para brillar a nivel mundial con Baker Mckenzie”.

Baker Mckenzie tiene una fama legendaria en materia de creación de estructuras offshore para las multinacionales, y de defensa de las mismas cuando los reguladores fiscales las impugnan. El bufete de abogados también cabildeó en contra de las propuestas para tomar medidas enérgicas contra la evasión de impuestos operada por los gigantes de la tecnología. Tiene cinco mil abogados en 77 oficinas de todo el mundo, y entre sus exsocios destaca Christine Lagarde, otrora ministra francesa de Hacienda y ahora directora gerente del Fondo Monetario Internacional.

Tras bambalinas, Apple decidió que su nueva estructura fiscal offshore debería, con la ayuda de Appleby (posteriormente Estera), usar Jersey, una de las islas-refugio más importantes, que cuenta con fuertes vínculos con el sistema bancario del Reino Unido, en el que las filiales irlandesas de Apple ya tenían cuentas. Jersey es una dependencia de la corona del Reino Unido, pero decide sus propias leyes, establece sus propias tasas tributarias y no está sujeta a la mayoría de las legislaciones de la Unión Europea. Por estas razones se la conoce como paraíso fiscal.

Doble Irlandés

A medida que avanzaba los planes de Apple de utilizar una isla, surgía otro posible problema: A mediados de 2014, de nuevo bajo presión internacional, los ministros irlandeses comenzaron a explorar la prohibición de un escudo fiscal conocido como “doble irlandés”, una estrategia de evasión utilizada por decenas de empresas, incluyendo Google, Facebook, LinkedIn y otras compañías tecnológicas, así como empresas farmacéuticas como Abbott Laboratories.

El doble irlandés permite a las empresas recaudar ganancias mediante una unidad irlandesa que realmente emplea personas en Irlanda, y luego enviar estas ganancias a una segunda filial irlandesa que afirma tener residencia fiscal en una isla de bajos impuestos como las Bermudas, las Islas Caimán o la Isla de Man.

Estas medidas enérgicas pudieron interferir con los nuevos planes de Apple en Jersey antes de que despegaran. Aunque estaba destinado a las estructuras de doble irlandés, el potencial cambio en la regulación les prohibiría a todas las compañías irlandesas alegar residencia fiscal en un paraíso fiscal.

El fabricante del iPhone no estaba en condiciones de protestar mucho, pero otros sí lo hicieron. Terilea Wielenga, radicada en California, y presidenta del Instituto de Ejecutivos de Impuestos, escribió al Ministro de Hacienda irlandés Noonan en julio de 2014 advirtiéndole que la prohibición de las estructuras de doble irlandés “podría no ser prudente”. Y si los ministros irlandeses insistían en avanzar, harían bien en incorporar “un importante período de transición”.

Lo que su carta no dijo, pero que ahora muestran los documentos filtrados de Appleby, era que Wielenga estaba silenciosamente orquestando una prolongada estructura de doble irlandés en el fabricante de Botox, Allergan, en el que ella desempeñaba como jefa de impuestos. Durante más de una década, la estructura envió las ganancias fuera de Irlanda –donde Allergan tiene una fábrica de Botox– hacia Bermuda.

ICIJ intentó contactar a Wielenga por correo electrónico, pero no recibió respuesta. Allergan no respondió las preguntas específicas acerca de sus asuntos fiscales, pero dijo: “Allergan acata todas las leyes tributarias aplicables y las normas contables y paga todos los impuestos adeudados en todas las jurisdicciones donde realiza negocios”.

El cabildeo pareció funcionar.

Irlanda incluyó una generosa cláusula de protección para Allergan y otras multinacionales que utilizaban estructuras fiscales irlandesas. “Para las empresas existentes, se prevé un período de transición hasta finales de 2020”, declaró el ministro Noonan el 14 de octubre de 2014.

Más precisamente, según reveló la letra pequeña de los documentos normativos, las disposiciones de protección se aplicarían no sólo a las compañías existentes cuando el ministro de finanzas habló, sino también a cualquier nueva creada a finales de 2014.

Eso le dio a Apple el tiempo suficiente: Para inicios de 2015, había reestructurado sus asuntos en Irlanda, incluyendo la obtención de residencia fiscal en Jersey para Apple Sales International and Apple Operations International, dos de las tres empresas fantasma irlandesas mencionadas en la investigación del senado de Estados Unidos un año antes.

Durante los cinco años previos, Apple Sales International había sido el mayor generador de ganancias de Apple, produciendo más de 120 mil millones de dólares, o cerca del 60% de los ingresos mundiales de Apple.

Mientras tanto, gran parte de esos beneficios se transferían como dividendos a Apple Operations International, descrita por Cook como “una empresa creada para proporcionar una forma eficaz de administrar el dinero de Apple”.

Antes de su traslado a Jersey, las dos filiales desempeñaban un papel importante, pues ayudaban a Apple a acumular y mantener 137 mil millones de dólares en efectivo, casi todo procedente de ganancias no estadunidenses y apenas gravadas por otros gobiernos del mundo.

Las últimas cifras indican que, desde la reorganización que realizó Apple en sus empresas irlandesas, esta suma ha aumentado en un 84%, aunque Apple no confirma cuáles de sus filiales extranjeras poseen este efectivo.

Este montón de dinero ha hecho de Apple inadvertidamente uno de los mayores fondos de inversión del mundo, y sus reservas de efectivo offshore se han aprovechado en una cartera que incluye bonos corporativos, deuda pública y valores respaldados por hipotecas.

                                                         
Compartir

Reportera. Copyright © Todos los derechos reservados Noticias Puerto Vallarta. De no existir previa autorización, queda expresamente prohibida la publicación, reproducción y cualquier otro tipo de uso de los contenidos de este sitio.