elfinanciero.com.mx
Maureen Hillenmeyer no sabe exactamente qué crece en sus incubadoras, pero tiene esperanzas. Las placas rectangulares en el cuarto trasero de Hexagon Bio son calentadas a 30 grados centígrados y llenas de hongos diferentes. Los microorganismos micóticos han sido saturados cuidadosamente con partes de ADN personalizadas que le dan al hongo común la capacidad de crear nuevos compuestos que pueden potencialmente curar una enfermedad. “Cuando sabemos que está creando una molécula, nos preguntamos, ‘¿esta molécula hace algo interesante a las células cancerígenas?’”, dice Hillenmeyer, cofundadora y directora general de Hexagon, con sede en Menlo Park, California. “Ésa es la verdadera prueba de campo”.
La estrategia de la compañía para descubrir medicinas es mitad informática, mitad biología. Un equipo de científicos de datos utiliza algoritmos patentados para explorar un tesoro extraído de secuencias de ADN de más de 2 mil especies de hongos y musgos, conocido como genoma fungi.
Hexagon entonces pronostica qué cadenas de ADN, o grupo de genes, son más capaces de producir tipos específicos de compuestos químicos. Si todo sale según el plan, los hongos generarán unos 100 compuestos que son particularmente letales a ciertos tipos de células y proteínas, lo que los convierte en sólidos cimientos para nuevos tratamientos de enfermedades infecciosas y cáncer.
Mientras Hillenmeyer camina por el laboratorio adjunto, se inclina para revisar a Anton, el robot que administra el ADN líquido, y nota un olor acre, una de las pocas señales del proceso. “Hoy es un poco oloroso”, dice.
El ingenio químico de los hongos con frecuencia se ignora, aunque casi tres cuartos de todos los antibióticos y 49 por ciento de todos los compuestos anticáncer aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos se originaron con organismos vivos como hongos y musgos. La penicilina y estatinas, que disminuyen el colesterol, salieron del hongo. Hace 15 años, Hillenmeyer comenzó a experimentar con ellos en Stanford. A finales de 2016, no mucho después de que su equipo descubriera 22 compuestos prometedores, cofundó Hexagon con Brian Naughton, que antes estaba en la compañía de pruebas genéticas 23andMe, y los bioquímicos Colin Harvey y Yi Tang.
Hasta ahora, Hexagon ha recaudado 8 millones de dólares de inversores privados, y contratará más biólogos y científicos de datos. “Tenemos una estrategia computacional que nos permite identificar qué hace evolucionar a estos compuestos”, dice. “Las estatinas, en particular, son medicamentos que habríamos descubierto de no ser ya conocidas”. Ahora estos generan como 10 mil millones de dólares en ventas al año, pero Hillenmeyer busca otra cosa. “Queremos avanzar hacia un nuevo espacio químico y espacio de enfermedad”, dice.
La exploración de genoma ha atraído cientos de millones de dólares en inversión conforme el costo de secuenciar ADN se ha reducido y la capacidad de almacenar datos biológicos digitalizados ha surgido, lo que permite que investigadores extiendan su conocimiento de organismos microscópicos que viven casi en cualquier parte del planeta: en la tierra, esponjas de mar y tripas humanas.
Aunque los esfuerzos previos no lograron producir medicinas comercialmente viables, por el costo de cultivo y la escasez de datos genómicos, la generación de startups de Hexagon está lista para beneficiarse de los avances en biología molecular y software computacional.
“Las cosas se aceleran muchísimo”, dice David Mead, cofundador de Varigen Biosciences, una startup en Wisconsin que también desarrolla tecnología especializada para explorar microbios para nuevos medicamentos. Los biólogos ahora corren experimentos en días cuando antes tardaban años. “Big Pharma intentó esto del ADN hace 10 años y no salió muy bien, porque las herramientas no estaban listas y se dieron por vencidos”, dice Mead. “Con suerte, regresarán y comenzarán a notar estas cosas con la siguiente generación de herramientas”.
En mayo, Lodo Therapeutics logró un acuerdo de exploración genómica con la unidad Roche Holding AG para hasta 969 millones de dólares. En enero, Pfizer invirtió 162 millones de dólares para explorar microbios con Adapsyn Bioscience de Hamilton, Ontario. La startup LifeMine Therapeutics, en Cambridge, Massachusetts, reunió 55 millones en capital de riesgo.
A pesar del dinero, la exploración de genes no curará todo en la industria farmacéutica, dice Terry Roemer, director científico de Prokaryotics. Una vez que un compuesto ha demostrado tener las propiedades adecuadas, la compañía aún se enfrenta a varios obstáculos, regulatorios y de otro tipo, para convertirlo en un medicamento que salve vidas, dice Roemer, cuyo negocio basado en New Jersey utiliza herramientas genómicas para estudiar patógenos humanos y desarrollar medicamentos contra la enfermedad.
Esos obstáculos hacen que Hexagon busque otras formas para sobresalir de la competencia. Junto con la secuenciación del ADN y operaciones automatizadas, también utiliza nueva tecnología que abarata y facilita sintetizar una copia física de ADN. Hexagon básicamente descarga e imprime copias de grupos de genes en lugar de trabajosamente clonar esos ADN del hongo silvestre. Una vez que el equipo de datos selecciona un set de genes, la compañía envía una orden a un vendedor de ADN comercial que imprime cadenas personalizadas. Al interior de la oficina de Hexagon, Brandon Burr, ingeniero de software, demuestra cómo puede rediseñar un hongo con un botón. “Solo arrastro y dejo caer genes”, dice. El remedio puede estar a un clic de distancia.