Por Mauricio Lira Camacho
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No dan paso.
Hasta que se ven obligados por autoridad alguna. Sin Cultura Vial para Dar Paso a Minusválidos.
En cada una de las vialidades que conforman el municipio de Puerto Vallarta, es notoria la falta de cultura vial para dar paso a las personas en sillas de ruedas, muletas y de la tercera edad.
En días pasados, este medio de comunicación, pudo constatar como en el tramo de la avenida Prisciliano Sánchez, a la altura metros antes del crucero donde se ubica el entronque a la avenida México, una pareja de personas no podía cruzar de una acera a la otra, porque ningún automovilista les cedía paso.
Afortunadamente iba transitando una unidad de la fuerza única del estado, la que tuvo buena acción de parar el flujo de automóviles, para que estas personas cruzaran. Se trata de un hombre de aproximadamente 50 años de edad, cargando en la espalda con un banco y una añeja bolsa ,bastón y enseres diversos.
Caminando iba llevando a una señora de una edad similar, la que iba sentada en una silla de ruedas, quien también llevaba cosas en sus rodillas.
El paso de la persona era lento, debido al enorme peso que llevaba por ello la dificultad de tener prontitud y agilidad para llevar la silla de ruedas.
Ellos salieron (desde donde se les vio por este medio de comunicación), desde el crucero de la avenida de Grandes Lagos, iban por la banqueta con dirección hacia el crucero del fraccionamiento Las Moras.
Cabe destacar que esa banqueta está en malas condiciones pues hace intransitable para ciclistas y gente en sillas de ruedas, no hay camino continuo, en todo momento está levantada y dividida por tramos de huecos por donde corre agua.
Es necesario bajarse por algunos instantes de la banqueta, exponiendo así a un posible accidente con un vehículo o camión.
Estas personas pretendían seguir su camino de la Prisciliano Sánchez hacia la avenida México, pero para ello debían cruzar de acera a acera.
No hay espacio, ni oportunidad.
Un hueco era la única alternativa a la altura de conocido giro gastronómico, lograron la primera cometida, pero después se tuvieron que esperar varios minutos para poder avanzar, nadie les daba el paso.
Hasta que transitó una camioneta de la policía estatal, negra y blindada, dos de sus ocupantes tuvieron el tino y la oportunidad de parar la fluidez vehicular previo a llegar a los semáforos.
Solamente de esta manera el hombre pudo seguir su camino empujando con fuerza la silla de ruedas donde iba la mujer.