Aunque este padecimiento se asocia con quienes viajan en avión, también es posible que la desarrollen personas que realizan traslados extensos en autobús
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El síndrome de clase turista, conocido médicamente como trombosis venosa profunda (TVP), representa un riesgo significativo para quienes realizan viajes prolongados, especialmente en avión. Según informó la Facultad de Medicina de la UNAM en su portal +Salud FacMed, esta condición, que puede derivar en complicaciones graves como una embolia pulmonar, afecta a un número considerable de viajeros cada año. La inmovilidad prolongada y otros factores asociados a los vuelos de larga duración son los principales detonantes de esta problemática.
De acuerdo con los datos recopilados, la incidencia de trombosis en viajeros es de aproximadamente tres casos por cada mil personas al año. Sin embargo, el riesgo aumenta considerablemente en vuelos que superan las cuatro horas, donde se registran 215 casos por cada millón de pasajeros.
En trayectos aún más extensos, como aquellos que exceden las 16 horas, la cifra se eleva a 740 casos por millón. Estas estadísticas subrayan la importancia de tomar medidas preventivas, especialmente en vuelos internacionales de larga distancia.

Factores de riesgo: quiénes son más vulnerables
El medio detalló que ciertos grupos de personas presentan un mayor riesgo de desarrollar trombosis venosa profunda durante los viajes. Entre los factores más relevantes se encuentran la realización de múltiples vuelos en un corto período de tiempo y características físicas como la altura.
Las personas con estaturas menores a 165 cm o mayores a 185 cm enfrentan un riesgo más elevado debido a las limitaciones de espacio en los asientos de clase económica.
Además, las mujeres jóvenes que utilizan anticonceptivos orales son especialmente susceptibles, al igual que quienes padecen condiciones como obesidad, hipertensión, diabetes, artritis, insuficiencia renal o VIH. Estas enfermedades representan el 40 % de los casos de trombosis relacionados con viajes.
Por otro lado, las personas que han pasado por cirugías recientes, fracturas o lesiones múltiples constituyen un tercio de los casos reportados. El tabaquismo, el embarazo y el uso de terapias hormonales también figuran entre los factores de riesgo destacados.
Síntomas y complicaciones: señales de alerta
Los síntomas de la trombosis venosa profunda pueden manifestarse horas o incluso días después del viaje. Entre las señales más comunes se encuentran el dolor o la sensación de pesadez en una pierna, hinchazón localizada, enrojecimiento y una sensación de calor en la zona afectada.
En casos más graves, el coágulo puede desplazarse hacia los pulmones, provocando una embolia pulmonar. Este escenario puede derivar en dificultad para respirar, dolor en el pecho y, en situaciones extremas, resultar fatal.

Medidas de prevención: cómo reducir el riesgo
Según consignó la Facultad de Medicina de la “Universidad de la Nación”, existen diversas estrategias para prevenir la trombosis venosa profunda durante los viajes largos.
Una de las recomendaciones más importantes es evitar la deshidratación, ya que el ambiente seco y frío de las cabinas de avión puede aumentar el riesgo de formación de coágulos. Se sugiere limitar el consumo de bebidas alcohólicas y cafeinadas, que contribuyen a la deshidratación y, por ende, al riesgo de trombosis.
Otra medida clave es mantenerse en movimiento. Los expertos recomiendan levantarse y caminar cada una o dos horas durante el vuelo, así como realizar ejercicios de estiramiento y movimiento de los pies mientras se está sentado.
Evitar periodos prolongados de sueño, especialmente en asientos junto a la ventanilla, también puede ser beneficioso para reducir la inmovilidad.
En casos específicos, los médicos pueden sugerir el uso de medias de compresión de grado medio o elevado, que ayudan a mejorar la circulación sanguínea en las piernas. Asimismo, en personas con factores de riesgo elevados, se pueden considerar medicamentos como heparinas de bajo peso molecular o anticoagulantes orales. Sin embargo, se advierte que la aspirina no siempre resulta efectiva en este contexto.
El término “síndrome de clase turista” fue acuñado en 1977, cuando se identificaron casos de trombosis en pasajeros de vuelos largos. La denominación hace referencia a las condiciones de los asientos en clase económica, donde el espacio reducido limita la movilidad de los pasajeros, favoreciendo la inmovilidad prolongada. Esta falta de movimiento ralentiza la circulación sanguínea en las piernas, lo que puede derivar en la formación de coágulos en las venas profundas, especialmente en las pantorrillas.
Aunque el término se asocia principalmente con los viajes en avión, esta condición también puede presentarse en trayectos largos en autobuses, trenes o automóviles, donde las personas permanecen sentadas durante periodos prolongados.

Por otro lado, estudios publicados en revistas como The Lancet y el Journal of Thrombosis and Haemostasis han demostrado que los vuelos de más de cuatro horas duplican o incluso triplican el riesgo de desarrollar trombosis venosa profunda, especialmente en personas con factores predisponentes. Estas investigaciones han sido fundamentales para comprender la relación entre los viajes largos y la formación de coágulos, así como para desarrollar estrategias de prevención más efectivas.
El síndrome de clase turista es una preocupación creciente en un mundo cada vez más globalizado, donde los viajes internacionales son cada vez más frecuentes. Con una adecuada comprensión de los factores de riesgo y la implementación de medidas preventivas, es posible reducir significativamente la incidencia de esta condición y garantizar la seguridad de los viajeros en trayectos prolongados.