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Tranquilos, paren todo, rogó Ovidio a su hermano Iván tras ser aprehendido

jornada.com.mx

Tranquilos, paren todo. ¡Ya no quiero que haya desmadres, por favor!, solicita Ovidio Guzmán a su hermano Iván Archivaldo, vía telefónica, al momento de ser detenido por el Ejército. Esa fue la cúspide del operativo preparado días antes por las fuerzas federales con el fin de cumplir la solicitud de captura con fines de extradición a Estados Unidos.

En un video difundido por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) sobre el operativo del 17 de octubre, aparece el hijo de El Chapo Guzmán con las manos en alto mientras siete militares –en la primera línea– le apuntan con armas de alto poder. Afuera del inmueble se oyen disparos. Era el comienzo del caos.

Al ofrecer detalles del operativo, el titular de la Sedena, general Luis Cresencio Sandoval, describió aquella agitada tarde, incluida la operación quirúrgica del cártel de Sinaloa que cortó todos los circuitos que tenía previstos el Ejército con el fin de respaldar la operación de captura para lo cual la delincuencia empleó técnicas y armamentos militares.

Emplearon armamento automático y antiaéreo AK47, R15, lanzacohetes, lanzagranadas de 40 milímetros, ametralladoras, fusiles y lanzagranadas calibre 50 antiaéreos, chalecos, cascos tácticos y vehículos y blindaje de fábrica y artesanal, explicó.

El general sostuvo que el operativo fue exitoso porque se logró una rápida evacuación del presunto delincuente hacia el aeropuerto mediante una ruta terrestre. Sin embargo, admitió que la ruda y contundente reacción de los agresores impidió concretar el traslado.

Narró que los delincuentes ofrecieron dinero a la gente para que se les uniera e intentaron sobornar al comandante del operativo con 3 millones de dólares. Ante su negativa, él y su familia fueron amenazados de muerte.

La aprehensión de Ovidio

Sal, Ovidio, sal. Sal tranquilo, repetían los uniformados cercando el inmueble para su aprehensión.

De la puerta que da al garaje de la residencia sale primero una mujer protegiendo a quien es señalado por las autoridades de mover metanfetaminas y fentanilo a Estados Unidos. Adelante avanza un hombre que también levanta las manos en señal de rendición. Ninguno de quienes acompañaban a Ovidio Guzmán opone resistencia.

Muéstrame las manos, enseña tus manos, hermano, se oye decir a uno de los militares –después se conocería que pertenecen a un experimentado grupo de intervención e inteligencia.

Apenas se asoma Ovidio y traspasa el umbral, lo ponen contra la pared y le ordenan arrodillarse; segundos después el grito se convierte en petición; le insisten que calme a su gente, que pare la balacera.

Ovidio, con dos escapularios en el pecho, marca apresurado un número en su celular, aguardando a que le respondan, y le dice a su hermano (Iván Archivaldo): Ya paren todo, ya paren todo, ya me entregué. Ya, tranquilos, ya ni modo. Ya, díganles que se retiren. Pero ya, díganle, ya no quiero pedos. Ya no quiero que haya desmadres, por favor.

Eran las 15:17 horas (tiempo del centro) y el presidente Andrés Manuel López Obrador aún no era informado del suceso, de acuerdo con la cronología oficial. Fue notificado más de una hora después, cuando los sicarios abren fuego en distintos puntos de Culiacán y amenazan con matar a militares retenidos y a sus familias, e incluso extender la violencia a Chihuahua, Durango y Sonora.

Todo empezó el 13 de septiembre, cuando el gobierno mexicano recibió de Washington la petición de detención. Corrieron los trámites y el trabajo de inteligencia de la Guardia Nacional (GN) y la Sedena.

El 11 de octubre la GN ya tenía un primer reporte de los lugares y movimientos del objetivo. Lo anterior contradice el primer mensaje del general Sandoval, del 18 de octubre, cuando dijo que los partícipes del operativo para detener a Ovidio no tenían el consenso de sus mandos supremos. También se contradice cuando señaló que consecuentemente el gabinete no fue advertido de las acciones que realizó (el personal castrense).

Al mediodía del jueves 17, los elementos se apostan en las inmediaciones de la residencia con el propósito de esperar que llegue Ovidio, quien arriba con su familia dos horas después.

Casi una hora más tarde los delincuentes abren fuego contra las fuerzas de seguridad.

A las 16:45 el gabinete de seguridad informa al Presidente sobre lo que está sucediendo en Culiacán. A las 19:49 se ordena la cancelación de la operación y el retiro de las tropas del lugar donde se encontraban, relató el general Luis Cresencio Sandoval durante la conferencia en Palacio Nacional, donde no se admitieron preguntas.

Luego vendrían los datos de los cuatro círculos de vigilancia y operación de 120 militares y elementos de la GN.

Esos anillos servirían para la seguridad en el exterior del inmueble, pero a la hora de la refriega sólo uno se pudo acercar, el de la 24 compañía de infantería, con 22 elementos y tres vehículos. Los otros fueron agredidos y nunca logran entrar, explicó el titular de la Sedena.

El general mostró videos de algunos enfrentamientos, del fuego de frente y por la retaguardia contra los militares, quienes hacían lo posible por rescatar o proteger a los suyos. Además del acoso y retención del personal castrense en varios sitios, incluida la unidad habitacional militar.

En uno de los embates un elemento de tropa recibe un impacto de bala calibre 50, que le provoca la amputación de la pierna.

En la residencia, el objetivo era llevar a Ovidio a bordo de un vehículo en un trayecto de 12.4 kilómetros, en 25 minutos, hacia el aeropuerto.

Sandoval no detalla qué ocurrió después de la llamada de Ovidio a su hermano ni abunda en la circunstancia en que fue liberado. Sólo menciona, en esa línea del tiempo, ya con la hora del Pacífico (una menos que la del centro), que a las 19:17 es liberado un oficial y cuatro de tropa que eran retenidos en una caseta.

A las 18:45 el señor Presidente se traslada de la ciudad de México a Oaxaca. A las 19:30 se da el mensaje con la información que tenía el gabinete de seguridad.

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