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CIUDAD DE MÉXICO.
El expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, tuvo el buen tino diplomático no solo de subir a su cuenta de Twitter un mensaje de solidaridad con México, sino que, además, lo escribó en ambos idiomas.
Esto, sumado a su tradicional popularidad -y el rechazo que el actual presidente de EU genera–, logró que el posteo haya sumado en 18 horas más de un millón de «me gusta».
El temblor de magnitud 7,1 del martes ocurrió en el 32º aniversario del de 1985, que dejó miles de fallecidos en la capital y poco después de un simulacro nacional para recordar aquel sismo.
Los esfuerzos más desesperados se llevaban a cabo en una escuela del sur de la Ciudad de México, donde un ala del edificio de tres pisos se derrumbó dejando una montaña de concreto. En el lugar los periodistas vieron a personal de rescate sacando al menos dos pequeños cuerpos cubiertos por sábanas de entre los escombros.
A media mañana los rescatistas localizaron con vida a una niña debajo del derrumbe. Imágenes de la televisión mexicana mostraron cómo removían los restos de la escuela Enrique Rébsamen mientras conductores de Foro TV señalaron que tras localizar a la niña le gritaron que moviera su mano y así lo hizo.
Hasta el momento se han recuperado en el lugar los cuerpos de 21 niños y cuatro adultos y el presidente Enrique Peña Nieto dijo que se busca a otros 30 menores desaparecidos.
El doctor Pedro Serrano, voluntario en el lugar, logró colarse la pila de escombros. Llegó hasta un aula, pero encontró a todos sus ocupantes muertos.
“Logramos entrar a un salón colapsado, vimos unos sillones, una mesas de madera, y de allí lo primero que encontramos fue una pierna. De allí empezamos a mover escombros y encontramos una niña y dos adultos, una mujer y un masculino”, dijo.
Voluntarios del vecindario y autoridades utilizaban perros entrenados y manos desnudas para buscar en medio del derrumbe. Los rescatistas tuvieron que apalancar las losas de concreto caídas con vigas de madera para evitar que siguieran derrumbándose y bloquearan cualquier pequeño resquicio de aire que quedara.
El coordinador nacional de Protección Civil, Luis Felipe Puente, publicó el miércoles en su cuenta de Twitter una cifra revisada de 225 muertos confirmados. Sin embargo, más tarde actualizó la cifra y escribió que eran 223.
Al menos 93 personas murieron en Ciudad de México, 69 en el estado de Morelos, 43 en Puebla, 13 en el Estado de México que rodea la capital, cuatro en Guerrero y uno en Oaxaca.
En un mensaje de video difundido el martes por la noche, Peña Nieto hizo un llamado a la calma y dijo que las autoridades trabajaban para llevar ayuda, señalando que 40% de la Ciudad de México y 60% del cercano estado de Morelos se habían quedado sin electricidad.
El miércoles por la mañana, el mandatario declaró tres días de luto nacional para honrar a las víctimas.
Más tarde, la Secretaría de Gobierno de la capital informó que 800 personas habían sido trasladadas a hospitales y precisó que 52 personas han sido rescatadas con vida. Pocos antes, en entrevista con una radio local, el jefe de gobierno de ciudad, Miguel Ángel Mancera, indicó que fueron 38 y no 44 las estructuras que se derrumbaron en la capital.
A lo largo del martes, los rescatistas sacaron a personas cubiertas de polvo, algunas apenas conscientes y otras heridas de gravedad, de unas tres docenas de inmuebles derruidos. Utilizaron carros de un supermercado cercano para llevar agua a la zona de rescate y retirar escombros.
Al caer la noche se colocaron grandes focos de luz en las zonas de recuperación, pero trabajadores y voluntarios pidieron luces frontales.
En el lugar donde colapsó un edificio de oficinas de seis plantas en la capital, las hermanas Cristina y Victoria López Torres formaban parte de una cadena humana para llevar agua.
“Creo que es instinto humano lo que nos impulsa a todos a venir a ayudar a los demás”, dijo Cristina López.
“Somos jóvenes, no vivimos el 85, pero sabemos que es importante salir a la calle a ayudar”, agregó su hermana.
Ricardo Ibarra, de 48 años, sí recordaba el sismo de 1985 y dijo que no había visto nada igual hasta ahora. Vestido con un brillante chaleco naranja y cargando una mochila con una bolsa de dormir, dijo que él y sus amigos sólo querían ayudar.
También se derrumbaron edificios en el estado de Morelos, incluidos el ayuntamiento y una iglesia local en Jojutla, cerca del epicentro. Una docena de personas murió en Jojutla.
Parte de una escuela secundaria local, el Instituto Morelos, se derrumbó, pero la directora del centro, Adelina Anzures, dijo que el simulacro organizado por la mañana había venido bien. Cuando llegó el sismo, agregó Anzures, niños y profesores salieron con rapidez y nadie resultó herido.
También en Jojutla, familiares lloraban a Daniel Novoa, un niño que murió cuando su hogar colapsó. Alrededor de su pequeño ataúd había un crucifijo e imágenes de la Virgen de Guadalupe. Cerca de él había otro ataúd abierto, donde yacía el cuerpo de su tía, Marta Cruz.
En Atzala, estado de Puebla, sus habitantes recordaban a 11 familiares que perecieron dentro de una iglesia mientras asistían al bautizo de una niña de dos años. La gente comentaba el miércoles por la mañana que los únicos sobrevivientes fueron los padres de la pequeña, el sacerdote y su asistente.
El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) reportó que el sismo registrado a las 13:14 local tuvo una magnitud de 7,1 grados y que el epicentro se ubicó cinco kilómetros al noreste de la localidad de Raboso, en el estado de Puebla. El movimiento tuvo 51 kilómetros de profundidad.
Buena parte de la Ciudad de México se alza sobre el lecho de una antigua laguna y el terreno puede amplificar los efectos de los temblores centrados a cientos de kilómetros.
El terremoto parecía no relacionado con el temblor de 8,1 grados de magnitud registrado el 7 de septiembre en el sur del país, que también se sintió en la capital mexicana y dejó 90 fallecidos.